8 de junio de 2009

La Rebelión: de Prometeo y Camus a los movimientos indigenistas

Antes morir de pie que vivir de rodillas, frase atribuida a Espartaco, resume el espíritu de la rebelión. La esclavitud es condición de la rebelión. Un esclavo es alguien que ha recibido órdenes toda su vida. Un rebelde es un esclavo que de pronto juzga inaceptable recibir una orden más. El inicio de la rebelión marca una nueva era: la de la negación. A partir de entonces, el rebelde opone un “no” perpetuo a su existencia como esclavo. La rebelión, que surge tanto contra la opresión como contra la mentira, es en el fondo una demanda de igualdad. La demanda de igualdad está presente desde la antigüedad. En la cultura occidental, por ejemplo, su manifestación típica se observa en Prometeo, quien, en su afán de reducir la distancia entre los hombres y los Dioses, arriesga todo para llevar el fuego al hombre.

La rebelión no es, pues, un acto individual, sino uno solidario. No implica la lucha por la igualdad de un solo individuo, sino por la propia y la de los semejantes en condición. Lo primero equivale al ascenso de un fugitivo, lo segundo a la solidaridad.

La rebelión, no obstante, suele desviarse hacia la venganza por medio del resentimiento, definido este último por Scheler como una auto-intoxicación provocada por una impotencia prolongada.
La rebelión, en cambio, fractura al ser y le ayuda a realizarse. Para Camus, el resentimiento se deleita de antemano con un dolor que querría que sintiese el objeto de su rencor: la venganza como acto de satisfacción. Por el contrario, la rebelión se satisface con lograr igualdad con la posición del opresor, ya sea para desplazarlo y reproducir su conducta, o para construir un nuevo orden. Pocas veces las rebeliones han logrado lo segundo. La historia nos muestra repetidas escenas del simple reemplazo de élites nacidas de rebeliones. El esclavo comienza por reclamar justicia y termina deseando la realeza. Otras rebeliones, por su parte, se han truncado a un paso de consumar su victoria: Espartaco a las puertas de Roma; Hidalgo a las de la Ciudad de México. Talvez lo que en el fondo de ello yace sea el miedo a la vergüenza pública por tomar el poder y no saber qué hacer con él.

La falta de un proyecto claro y realizable es lo que en todo caso les ha impedido el triunfo. Albert Camus señala que la rebelión más elemental expresa, paradójicamente, la aspiración a un orden. Para él, lo anterior se ajusta al rebelde metafísico, el cual se alza sobre un mundo destrozado para reclamar la unidad. Opone el principio de justicia que hay en él al principio de injusticia que ve practicado en el mundo.

En una reciente visita a Bolivia observé algunas confrontaciones provocadas por el ascenso de un movimiento predominantemente indigenista, el encabezado por el presidente Evo Morales. Aún cuando este movimiento ascendió por la vía del sufragio, en su esencia conserva visos de rebelión. Este intenta reivindicar las –por siglos postergadas- demandas de los indígenas de esa nación. Sin embargo, el enfático respeto a las autonomías locales implementado recientemente contradice varios principios del sistema político y legal hasta hace poco practicados en ese país. Esas autonomías locales se han orientado hacia el autogobierno de comunidades diversas. Este incluye un sistema penal basado en los, aún más diversos, usos y costumbres. Ello ha dado paso a una creciente confusión acerca del sistema jurídico que rige las distintas partes del territorio boliviano. Algo similar ha ocurrido en otras partes del planeta, como en Chiapas y Oaxaca, México; en Zimbawe; en Kenya, etc. De estos casos me han surgido algunas interrogantes en común: ¿Deben respetarse los usos y costumbres comunitarios aunque estos impliquen en ciertos casos el linchamiento y demás prácticas que el derecho internacional considera como violaciones a los derechos humanos? En contraparte, ¿puede exigírseles a los indígenas el respeto irrestricto a un sistema legal emanado de una constitución que a ellos jamás se les consulto y menos aún signaron (y generalmente también desconocen)? ¿Cuál sería una solución pacífica benéfica para ambas partes?