13 de enero de 2016

YA PERDIERON EL PODER

(Reproducido de mi columna en Sin Embargo del 12 de enero de 2016)

Hay fuertes indicios de que compraron la Presidencia de la República con dinero robado al Pueblo por sus gobernadores y probablemente también con dinero de organizaciones criminales. Hay fuertes indicios de que con el dinero de todos los mexicanos después compraron al Partido Acción Nacional (PAN) para entregar el petróleo de la Nación a extranjeros a cambio de más sobornos.

Hay fuertes indicios de que recibieron mansiones como propinas a sus adjudicaciones amañadas de obra. Luego encarcelaron a gente de campo sólo por defenderse de criminales. Hay fuertes indicios de que mandaron al Ejército a darnos el mensaje a todos los mexicanos de que no debemos cuestionarlos: por medio de un cobarde “castigo ejemplar” a los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa. Y hay fuertes indicios de que quieren hacer más, porque parece que lo quieren todo… pero la sociedad mexicana ya les contestó.

Les contestó que los queremos fuera porque hoy, aunque quieran, ya no tienen el respeto de nadie en este país; aunque quieran ya no engañan a nadie con que están investigando; aunque no quieran, nadie les cree que la reaprehensión de Joaquín Guzmán Loera haya sido real –la vox populi sospecha que fue una captura pactada; aunque quieran ni sus subordinados les aplauden y hasta los critican por redes sociales; aunque quieran ni los empresarios de este país confían en ellos; aunque quieran no hay periódico ni revista prestigiosa en el mundo que quiera darles una buena nota.

Aunque quieran no hay organización internacional seria que se atreva a elogiarlos; aunque quieran ya no pueden desmantelar a los cárteles de la droga porque hay fuertes indicios de que en sus mandos policiacos y militares tienen repartidas cuotas al crimen; aunque no quieran ya perdieron la poca legitimidad que los sostenía; aunque no quieran, sus mandos militares y policiacos son reiteradamente acusados de ser déspotas violadores de derechos de sus subordinados pero sumisos cual corderito con los narcos, lo que les ha merecido el odio de su tropa.

Aunque no quieran, el Presidente, su gabinete, sus legisladores, sus gobernadores, sus generales, sus mujeres, sus ministros, sus dueños de medios, sus magistrados, sus jueces, su farándula, sus consejeros y toda su corte de aduladores, ya perdieron el poder.

Ya perdieron el poder porque aunque quieren muchas cosas no las pueden tener; esa es la esencia misma de la ausencia de poder. Ya perdieron el poder porque ya no pueden hacer Justicia ni disponiendo de todo el dinero del erario. Ya perdieron el poder porque, ni con todas las armas de su Ejército, no pueden cambiar el pasado reciente que los hace imperdonables. Ya perdieron el poder porque no pueden, ni con toda la publicidad que pagan, quitarle de la mente a su Pueblo de que mienten.

Ya perdieron el poder porque no pueden ni convencer a sus propios diplomáticos para que salgan a convencer al mundo de que este gobierno es digno de respeto. Ya perdieron el poder porque, siguiendo a Rousseau, el poder público que ejerce el Estado se sostiene de un intangible acto de confianza colectiva depositado en un determinado grupo de personas… y hoy esa confianza está rota.

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