22 de octubre de 2010

Ideas para mitigar el comercio ambulante

El problema del comercio ambulante en las grandes ciudades latinoamericanas podría resolverse si se le ordena y estructura en grandes centros comerciales de lujo en zonas de alta concurrencia. Hasta 1985, el comercio ambulante en Bangkok, Tailandia, era tanto o más conflictivo que el actual en la Ciudad de México; con problemas similares en materia de mafias organizadas, condiciones de insalubridad, fricción constante con autoridades y ciudadanía, entre otros.

La presencia creciente de mafias internacionales en Tailandia amenazaba entonces con filtrarse fácilmente en la gran red del comercio ambulante de Bangkok, lo cual habría hecho ingobernable la ciudad –más aún con el inminente advenimiento de una escalada de violencia provocada por una eventual guerra de mafias asiáticas por dominar el enorme mercado de estupefacientes en ese país.

Así, en 1985 el gobierno Tailandés construyó el centro comercial Mahboonkrong, más conocido por sus siglas MBK.

A diferencia de las típicas reubicaciones del comercio ambulante en centros comerciales -que fracasan fácilmente debido a la poca afluencia de compradores-, el éxito de MBK radicó en que su construyó en el corazón del centro financiero de Bangkok y las cuotas cobradas a los locatarios por concepto de servicios (electricidad, seguridad, etc.) fueron competitivas con las pagadas en la vía pública. Sus instalaciones incluyen bancos, restaurantes, estacionamientos y lujosas facilidades. MBK ocupa toda una manzana con espacios óptimamente aprovechados en 10 pisos superiores y 2 subterráneos en la intersección de varias líneas del metro y del skytrain de Bangkok –una especie de tren ligero que se desplaza en una especie de segundo piso alrededor de esta ciudad.

La lección exitosa de esta reubicación consiste entonces en proporcionar al comercio ambulante un espacio alterno con expectativas de ingresos superiores a las actuales. En latinoamérica, muchos planeadores urbanos y autoridades locales han intentado fallidamente reubicar al comercio ambulante. Su error se ha debido a que suelen subestimar la racionalidad económica de estos comerciantes: si el espacio sustituto para establecerse no les garantiza un horizonte de ingresos superior al proporcionado por su espacio actual, no tendrán entonces incentivo para reubicarse.

Al respecto, el primer obstáculo a vencer en latinoamérica consiste en el origen lícito de las mercancías. Como solución –simultánea al combate a la corrupción aduanera-, podrían establecerse plazos de regularización, lo que les implicaría a los comerciantes cambiar progresivamente de proveedores de mercancías de contrabando a proveedores legales. Ello estimularía la comercialización de productos nacionales, reposicionando, por ejemplo, a la industria nacional textil y del juguete, además de abrir un nicho estable de mercado a los hasta ahora fabricantes de aparatos electrónicos “hechizos”, permitiéndoles establecer fábricas con controles de calidad (de lo cual Vietnam, Tailandia, China y la India proporcionan experiencias exitosas).

El segundo obstáculo es el financiamiento para la adquisición del predio y construcción de las instalaciones. El gobierno de la ciudad podría adquirir algún predio depreciado dentro de una zona altamente comercial (en la colonia Cuauhtemoc o Juárez en el caso de la Ciudad de México; Providencia o Las Condes en Santiago de Chile o Campoalegre en Caracas –todas ellas zonas análogas a la ubicación de MBK en Bangkok) y negociar el proyecto con los ambulantes fijando algún esquema de cuotas de compra/renta de los locales del centro comercial. Dichas cuotas deberán ser iguales o menores a las actualmente pagadas en la vía pública a los líderes de ambulantes. Para evitar la oposición de los actuales líderes ambulantes –que encontrarán la medida como una amenaza a sus ingresos y liderazgo-, se les podría otorgar las actividades gerenciales del nuevo centro comercial, cuyas ganancias, en ningún caso, serían despreciables.

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