12 de julio de 2011

La construcción burocrática del riesgo de desastre

El daño por las recientes inundaciones en los municipios conurbados de la Ciudad de México pudo evitarse. Esta zona afectada, Nezahualcóyotl y Ecatepec en concreto, es sumamente crítica debido a su altísima densidad poblacional.

Además, se trata de una zona sumamente importante por situarse en el corazón de la vida económica nacional y porque alberga buena parte de la infraestructura estratégica del país: industria pesada, vasos reguladores de aguas del Valle de México, instalaciones de la Comisión Federal de Electricidad, aeropuerto internacional, ductos de PEMEX. Además de ser económicamente costosas estas instalaciones, de su operación depende gran parte de la economía nacional.

Si la recurrencia de las inundaciones en esta zona, y en general en el lado Oriente de la Ciudad de México, ha sido históricamente tan alta, ¿por qué entonces las acciones gubernamentales para corregir este problema han sido tan pocas, tan insuficientemente coordinadas y, en suma, de resultados tan desastrosos? Por situarse por encima del lecho natural de un lago, esta zona es un recipiente natural de millones de metros cúbicos de agua: así es ahora y así lo ha sido durante siglos.

Lo anterior sugiere que, ante esa naturaleza, no puede hacerse uso de un diseño y dimensiones convencionales de infraestructura hidráulica. ¿Por qué entonces el Gobierno del Estado de México, el Gobierno de la Ciudad de México, la Comisión Nacional del Agua, la Secretaría de Gobernación a través de la Coordinación General de Protección Civil y el Centro Nacional de Prevención de Desastres (CENAPRED) no han logrado los resultados necesarios?

Curiosamente, los primeros dos titulares de las dependencias arriba citadas quieren ser presidentes de la república, el siguiente aspira a gobernador de la Ciudad de México y los últimos dos tienen cargos de altísima confianza. La seguridad nacional está cada día más vulnerada, no sólo por el crimen organizado, sino también por los desastres.

Quiero advertir a gobernadores, gobierno federal y gobiernos municipales del altísimo riesgo a la población y la economía nacional por la enorme cantidad de infraestructura hidráulica de calidad que está pendiente de iniciarse o concluirse en todo el país. La temporada de huracanes sigue arreciando y, dadas las carencias anteriores, con ello aumenta peligrosamente el riesgo de desastres múltiples.

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